Waldo Wilcox / Fuente: www. newsgrist.typepad.com Waldo Wilcox protegió durante cinco décadas el arte rupestre de un pueblo poco conocido cuya cultura desapareció misteriosamente hace casi setencientos años en Utah.
En 1951 Waldo Wilcox se instaló en Range Greek, en Utah, una propiedad de más de 19 kilómetros sin permitir entrar a ningún curioso e inoportuno. Tras veinte años, como a su mujer no le gustaba vivir en ese lugar, y, además, no encontraba el modo de dividir la finca entre sus hijos tuvo que trasladarse a la ciudad vecina de Green River y vender su finca al Trust para las Tierras Públicas.
Según nos cuenta la revista National Geographic los arqueólogos, como sabían que podía ser un territorio de gran valor, comenzaron a investigar y encontraron restos de piezas de los fremont, un pueblo que habitó allí hace más de dos mil años y llamado así por el nombre de un río situado enfrente donde se hallaron ruinas similares. El ganadero había dejado todo intacto y convirtiéndose en una de las mejores zonas protegidas que existen en el mundo. En total se descubrieron 280 yacimientos y un 15% de un cañón. Entre los restos que se encontraron destacamos una estatuilla de barro que tienen los hombros anchos y la cintura estrecha que se aprecian en las figuras representadas en el arte rupestre con significado espiritual, así como avíos de pesca fabricadas con madera, hueso, fibra vegetal y resina de pino.
Todo esto se había mantenido en secreto hasta el 2004 cuando un periódico local filtró la noticia y a partir de aquí se dio a conocer todo. A partir de aquel momento se abrió una gran polémica entre los poderosos grupos de presión que quisieron comprar la finca y las tribus americanas, estando todavía todo en el aire y con gran miedo a que pueda ser destruido.
Se trata, por tanto, de uno de los lugares más enigmáticos y bonitos que existen en el mundo y esperemos que se conserven durante siglos y que no sean los intereses económicos los que lo destruyan como tantas otros lugares emblemáticos.
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